4 de octubre de 2011

El amor y sus rarezas

Hay películas que, cuando vas a verlas al cine, sabes de sobra lo que te vas a encontrar. Y es que hay veces que  vas por entrenerte y pasártelo bien, por divertirte, y no por ver la película del año. Eso hacemos mis amigas y yo en bastantes ocasiones... Siempre nos apetece más ver un filme que hable de amor y que nos haga reír antes que otro que nos tenga en vilo durante toda la cinta. Así pues, empezamos a ver Lo contrario al amor.
Y como he dicho antes, ya se sabe con lo que te vas a topar. Una historia de amor con algún tipo de máscara (en este caso, el deseo de no tener pareja sientas lo que sientas), unos personajes disparatados que hagan reír al público en las escenas suficientes y actores que estén de moda para que la juventud vaya a verles. Esta película cumple todos los requisitos. Pero, por una vez, puedo decir que salí bastante satisfecha del cine.
Al contrario que en otras cintas de este tipo, donde la mayoría de las cosas no me hacen mucha gracia, en ésta me he reído y mucho. Me he divertido con las historias tan particulares de cada personaje. Me ha tenido entretenida pensando en cómo iba a acabar y, al final, me sorprendió gratamente.
Los actores están en su línea, una línea que, a mi gusto, asciende cada vez más en el caso de Hugo Silva y Adriana Ugarte, perfectos. El resto también son destacables, sobre todo la hermana de Merce en la película, a la que le llegas a tomar un especial cariño. Por eso, aunque la película no sea de Goya ni mucho menos, pienso que el trabajo está muy bien elaborado y llevado a cabo, y que su fin (el entretenimiento y la diversión) lo cumple a rajatabla.
Le aplaudo unos minutos, sí, se lo merece.
Aunque ya aviso de que, a pesar de los muchos detractores del cine español, yo me considero una fiel admiradora de nuestro género nacional, asi que puede ser que, muchas veces, se me vea el plumero...

  

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